El derecho a la migración y el Domingo de Ramos
DOMINGO DE RAMOS 2023 Mt. 21,1-11
Pasión del Señor: Mt. 26,14-27,66
Pbro. Camilo Daniel Pérez
1.- En el Domingo de Ramos la liturgia destaca dos momentos muy importantes:
El primero es la entrada triunfal de Jesucristo Nuestro Señor a Jerusalén para consumar su misterio pascual. Jesucristo entra a la ciudad montado en un burrito y es aclamado por una gran muchedumbre: “¡Hosanna! ¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!” Así consigna este acontecimiento el Evangelio de Mateo y así lo celebramos en nuestros corazones y en los hogares este Domingo de Ramos.
2.- ¿Qué significado tiene esta entrada victoriosa de Jesús en Jerusalén?
Podríamos decir que éste fue un gesto, una acción simbólica de Jesucristo, una acción profética con un fuerte mensaje para todos. Como había mucha gente que esperaba que el Mesías se manifestara con grande poder político y militar para emprender una lucha definitiva y así liberar al pueblo judío del poder de los romanos, Jesucristo, con esta acción, les aclara en qué sentido Él es el Mesías. No viene montado en un caballo como un rey preparado para la guerra, sino viene montado en un burrito como un rey que viene en son de paz, como lo había anunciado el profeta Zacarías en 9,9 diciéndole a la población de Jerusalén: “Mira que tu rey viene a ti, justo y salvador, pero humilde cabalgando en un burrito”.
3.- Jesucristo entra a Jerusalén por el lado Este de la ciudad. Es una procesión de campesinos, de jóvenes entusiastas, del pueblo en general; pero por el lado Oeste entra otra procesión. Se trata de una procesión imperial, una marcha militar. Es Poncio Pilato que viene de Cesarea la Marítima desde donde acostumbraba gobernar. Viene a “resguardar el orden” con motivo de la fiesta de Pascua. Poncio Pilato entra a Jerusalén a la cabeza de una caballería de soldados, un ejército espectacular del poder imperial: soldados a caballo, soldados a pie, armaduras, cascos, lanzas, tambores… con ese despliegue de fuerzas nadie del pueblo los recibe. Temerosos todos se esconden.
He aquí el contraste:
Jesús viene en son de paz, ellos, los de Pilato, llegan con tambores de guerra. Jesús viene montado en un burrito, ellos llegan sobre carruajes de guerra. Jesús viene sembrando amor para dar vida, ellos llegan sembrando muerte. Jesús viene pisando sobre mantos y ramos que lo honran, ellos llegan infundiendo miedo por las calles.
4.- El segundo momento que destaca la liturgia de hoy es la lectura de la Pasión del Señor, tomada del Evangelio de Mateo. Destaco cuatro actitudes ante los acontecimientos del prendimiento, tortura, crucifixión y muerte de Jesús. La actitud de sus discípulos: Uno lo traiciona, otro lo niega y los demás huyen. La actitud de las autoridades religiosas y políticas quienes por defender a toda costa su poder de dominación, crucifican a Jesús. La actitud de las mujeres, seguidoras de Jesús, quienes valientemente lo acompañan hasta el pie de la cruz. Finalmente la actitud de Jesús mismo: La pasión es consecuencia de su “apasionamiento” por la vida de los demás, por el bienestar del pueblo, por su amor, por su lucha por la justicia, en fin, por hacer posible el Reino de su Padre Dios entre nosotros, reino de fraternidad y de paz.
5.- REFLEXIÓN
a.- vv: 21,8-9: “La gente, muy numerosa, extendía sus mantos por el camino… los que iban delante de él y los que lo seguían gritaban: ¡Hosanna! ¡Viva el hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!”
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Estas frases subrayan la manera, el espíritu con el deberíamos recibir a los(as) migrantes que, como Jesús, peregrinan en son de paz y traen un mensaje de vida y de lucha por la misma ante las situaciones tan difíciles que están sufriendo en sus lugares de origen. San Juan Pablo II nos recordaba que para Dios no hay extranjeros, todos somos sus hijos y, por tanto, deberíamos vernos como hermanos (Cfr. Ef. 2,19). El Papa Francisco nos recordaba que la Iglesia está llamada a ser “una Iglesia sin fronteras, madre de todos” (Jornada mundial del migrante, 2014). Migración sí, migración forzada no, decía San Juan Bautista Scalabrini, padre de los migrantes.
“Toda persona como miembro de la sociedad tiene derecho a la seguridad social y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad.” (Art.22 de la declaración universal de los derechos humanos, 1948)
Aunque bien mereciera que podríamos alabar a Dios por los migrantes cantando el ¡Hosanna! Sin embargo, no lo podemos hacer, pues el domingo de ramos se convierte, como le sucedió a Jesús, en un viernes santo de calvario y crucifixiones. Necesitamos reflexionar sobre la manera de recibir a las y los migrantes. ¿Los consideramos un estorbo o una bendición para nosotros?
b.- vv: 26,65-66;27,22.29 “Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó: ¡Ha blasfemado!… ¿Qué les parece? Ellos respondieron: Es reo de muerte…Pilato les dijo:¿Y qué voy a hacer con Jesús que se dice el Mesías? Respondieron todos: ¡Crucifícalo!…arrodillándose ante él, se burlaban diciendo: ¡Viva el rey de los judíos!”
Jesús vitoreado el Domingo de Ramos es crucificado el Viernes Santo.
Todo esto viene a colación ante la tragedia migratoria sin precedentes del pasado lunes 27 de marzo del 2023 por el incendio de un centro de detención de migrantes en el que murieron 39 de ellos y 27 hospitalizados, intoxicados y con quemaduras. Esta tragedia nos muestra el rostro miserable e inhumano de la política migratoria en México y deberá tocar las fibras más humanas y cristianas de todos nosotros como sociedad civil. Para los migrantes es un verdadero viacrucis, un doloroso viernes santo, transitar por nuestro País para encontrarse con infranqueables murallas en la frontera con Estados Unidos (USA). Con razón la Conferencia del Episcopado Mexicano indicó que de por sí “el dolor y el sufrimiento por abandonar el hogar ya es demasiado, no podemos permitir que su tránsito por México se convierta en un calvario para quienes dejan su familia y país, en búsqueda de una vida mejor.” Que no seamos ajenos a su dolor y sufrimiento.
Por cierto, nosotros tenemos en nuestras comunidades inmigraciones internas de mucha gente de la Sierra Tarahumara, especialmente de indígenas tarahumaras que han sido desplazados de sus lugares de origen por violencia, falta de empleos y sequías intermitentes. ¿Qué podemos hacer a favor de ellos?