Cuauhtémoc

Published on diciembre 27th, 2024 | by Jorge Reyes

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LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ, Lc.2,41-52 Ciclo C

En forma de guión homilético
Pbro. Camilo Daniel Pérez

El pesebre de Belén nos lleva de un modo natural a contemplar a Jesús, José y María como una familia. Por ello mismo, la liturgia nos invita a celebrar a esta Sagrada Familia en el domingo siguiente a la Navidad. Los invito, pues, con motivo de esta celebración, a reflexionar en torno a esta Sagrada Familia para aprender de ella algunas actitudes que nos ayuden a realizarnos como miembros de una verdadera familia cristiana.

De esta Sagrada Familia aprendemos, en primer lugar, a tener un gran respeto por todos y cada uno de los miembros de la familia. Jesús, José y María se respetan profundamente entre sí como personas humanas y se respetan en su propia realización. José, por ejemplo, respetó sin prejuzgar lo que le estaba sucediendo a María al estar embarazada sin haber hecho vida matrimonial con su esposo. Este hombre justo buscaba una solución a este problema que no dañara a nadie y su preocupación siempre fue cumplir la voluntad de Dios.

Igualmente María es respetuosa de las decisiones que José toma para bien de su familia y secunda sus iniciativas, tal como se nos narra hoy en el Evangelio ante la decisión que toma José de huir intempestivamente y a altas horas de la noche a Egipto, al “otro lado”, pues “Herodes va a buscar al niño para matarlo”. De la noche a la mañana los miembros de esta Sagrada Familia se transforman en emigrantes y en unos exiliados políticos, fuera de su Patria.

José y María también respetan profundamente la vocación del Niño Jesús y aceptan sin comprender totalmente su explicación cuando se les pierde por tres días y finalmente lo encuentran en el Templo de Jerusalén. María le pregunta a su Hijo: “¿Por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando, llenos de angustia. Él les respondió: ¿Por qué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre? (Deberemos tener en cuenta que a los doce años de edad al niño se le consideraba ya un adulto en el pueblo judío con decisiones propias). No hay réplica de parte de los padres, sino que “su madre –nos dice el Evangelio de Lucas- conservaba en su corazón todas aquellas cosas”. Jesús, además, iba creciendo sujeto a sus papás “en saber, en estatura y en el favor de Dios y de los hombres”.

Otra cosa más que aprendemos de la Sagrada Familia es la puesta en común de sus vidas en el amor. Una familia, cualquier familia, incluso esta Sagrada Familia sólo se consolida y se realiza plenamente en la dinámica del amor. Cuando hay amor hay concesiones en lugar de reclamos, hay comprensión en lugar de dureza, hay diálogo en lugar de golpes y, sobre todo, nunca falta la ternura del abrazo. En una palabra se ponen en juego esas virtudes domésticas que menciona San Pablo en la Carta a los Colosenses. Me voy a permitir citar un trozo de esta lectura: “Puesto que Dios los ha elegido a ustedes, los ha consagrado a él y les ha dado su amor, sean compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes. Sopórtense mutuamente y perdónense cuando tengan quejas contra otro, como el Señor los ha perdonado a ustedes. Y sobre todas estas virtudes, tengan amor, que es el vínculo de la perfecta unión” (3,12ss)”.

Entre los miembros de la Sagrada Familia, Jesús, José y María, se da este estilo de vida pues así nos lo dejan entrever los mismos textos sagrados que nos hablan de esta familia. Hay una plena aceptación de los acontecimientos que se van viviendo, sean éstos agradables o desagradables porque entre ellos existe la fuerza del amor. Hay una alegría, aceptación y un compartir con el nacimiento del Niño Jesús en situaciones difíciles, ya que tuvieron que refugiarse en un establo “porque no hubo lugar para ellos en la posada”. Igualmente notamos comprensión y apoyo mutuo cuando van a presentar al Niño Jesús al Templo, de acuerdo con la Ley. Igualmente se respira comprensión, apoyo, respeto cuando hay que salir huyendo a Egipto, como lo hemos mencionado. Y así podríamos seguir comentando otros textos más.

Hay que aclarar, hermanos, que también aparece en la Sagrada Escritura que aquella Sagrada Familia tenía los mismos problemas que toda familia humana: situaciones económicas difíciles, situaciones conflictivas como el inexplicable embarazo de María, perseguidos por la ambición y crueldad del Rey Herodes tuvieron que exiliarse en el extranjero. Incluso cuando regresaron a su País tuvieron que quedarse por seguridad en Nazaret, aunque a José le habría convenido instalar su carpintería en Jerusalén o en sus alrededores. Por todo ello, esta Sagrada Familia es y puede ser un modelo para todas nuestras familias, ya que nada las distingue de los problemas y situaciones que viven y han vivido las familias del mundo entero.

Quiero señalar otro aspecto muy importante que aprendemos de esta Sagrada Familia: su fe en Dios N.S. No cabe duda que Dios ocupa el centro de la vida familiar de Jesús, José y María. Los tres viven pendientes de la voluntad de Dios. Los tres se saben colaboradores del Plan de Dios para su pueblo. Jesucristo se sabe y es el Hijo de Dios y no se cansa de proclamar que ha venido a cumplir la voluntad de su Padre Dios. Esto nos lo señala de muchas maneras el Evangelio de San Juan. “Mi Padre y yo somos uno solo”, lo dice reiteradamente Jesucristo, el Señor.

José, por su parte, no duda en poner de inmediato en práctica lo mandado por Dios a través de los sueños reveladores. Decir que José era un hombre justo, equivale a decir que se “ajustaba al plan de Dios.” No se diga de la misma Virgen María quien le había dicho a Dios: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra”.

Porque esta Sagrada Familia está totalmente entregada a Dios, está totalmente al servicio del pueblo, al servicio de todos nosotros. Por lo mismo, Jesucristo describe su misión diciéndonos que ha venido a traer una buena noticia a los pobres… a anunciar una era de gracia y de misericordia de parte del Señor. Por lo mismo, María llega a exclamar que a ella la felicitarán todas las generaciones porque Dios ha hecho obras grandes por medio de ella a favor de su pueblo. Dios ha sido capaz de derribar del trono a los poderosos y de enaltecer a los humildes, de colmar de bienes a los hambrientos y de despedir sin nada a los ricos.

Así pues, estos son los tres pilares en los que se finca esta Sagrada Familia: el respeto entre sí, el amor que se profesan y su grande fe en Dios que los lleva a ser sus muy cercanos colaboradores en su obra de amor para toda la humanidad. ¿Qué puedo hacer para mejorar nuestra relación familiar?


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