Cuauhtémoc

Published on diciembre 16th, 2023 | by Jorge Reyes

0

Tercer domingo de Adviento, llega la alegría

III DOMINGO DE ADVIENTO: Jn. 1,6-8.19-28 Ciclo B

Pbro. Camilo Daniel Pérez

1.- INTRODUCCIÓN.

Este domingo se llama el domingo de la alegría (“semper Gaudete” = “Pántote Jáirete”), por la exhortación que hace Pablo en la segunda lectura y por la cercanía de la Navidad . Se nos invita a la esperanza. Algunos exegetas consideran esta parte de Jn. 1,1-18 como un himno navideño de los primeros cristianos. El evangelista lo utiliza como un prólogo para todo su Evangelio.

2.- vv. 6-8 “Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan… vino como testigo para dar testimonio de la luz. Él no era la luz…”

El Evangelista Juan considera todo su Evangelio como un gran testimonio de Jesús como Hijo de Dios quien, a su vez, da testimonio de su Padre Dios, es el revelador del Padre. Por otra parte, Juan el Bautista es presentado como el testigo cualificado de Jesucristo como la luz que ilumina al mundo. Jesús mismo se proclama: “Yo soy la luz del mundo, quien anda conmigo no anda en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn. 8,12). Recordemos que la luz es el primer acto del Creador (Gen. 1,3). Sin luz no se puede hacer nada. Con la luz Dios puso fin al caos primordial. La luz trae armonía, trae paz (Is. 45,7). La luz es signo de la salvación mesiánica (Is. 9,1), el paso de las tinieblas a la luz. Dios es luz (I Jn. 6,5). Por consiguiente, quien ama a su hermano, mora en la luz (I Jn.10,11-12). Al recibir el bautismo, a los primeros cristianos se les llamaba “iluminados”.

3.- vv. 19-21: “(Juan) afirmó: Yo no soy el mesías… ¿Eres Elías?… No lo soy…¿Eres el profeta?… no…”

En el tiempo de Jesús había la expectativa muy fuerte de la venida ya inminente del mesías que, según los judíos, vendría a restaurar el Reino de David en todo su esplendor. Como signos de la venida del mesías sería la aparición del profeta Elías (quien fuera arrebatado al cielo) y la presencia de grandes profetas. Juan Bautista llamaba la atención de las autoridades religiosas al grado que enviaron a sacerdotes y levitas a investigar lo que estaba sucediendo con el Bautista. Les preocupaba que les estuviera minando su poder religioso. Si el Bautista fuera el mesías, tendría que contar con la venia de las autoridades religiosas. Así lo pensaban.

4.- vv. 22-23: “… Entonces dinos quién eres… Juan les contestó: Yo soy la voz que grita en el desierto: Enderecen el camino del Señor.”

La respuesta no podía ser más contundente. El papá de Juan el Bautista, Zacarías, había sido sumo sacerdote en el Templo de Jerusalén. Por tanto, el Bautista pertenecía por herencia a la casta sacerdotal; sin embargo, se va al desierto convencido de que las cosas deben cambiar, que los caminos para Dios y sus senderos son otros. A Dios no se le puede retener en el Templo y estar supeditado al poder religioso. Dios viene libremente a visitar a su pueblo.

5.- vv. 24-28: “… ¿Por qué bautizas?… Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen… yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias.”

Más claro ni el agua. El mesías ya está entre ustedes, pero no lo conocen porque él ha venido al pueblo, a la gente humilde que está recibiendo su bendición y su gracia, a la que ustedes, sacerdotes y levitas, han excluido del favor de Dios. Vean que Isaías ya hablaba del ungido que el Espíritu del Señor… ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres, a curar a los de corazón quebrantado… a pregonar el año de gracia del Señor” (primera lectura: Is. 61,1-2). Dios viene a destronar a los poderosos, a enaltecer a los humildes. Por ello, “mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador” (Salmo Responsorial: Oración del Magnificat: Lc. 1,47-55). De ahí que hay que vivir siempre alegres, orando sin cesar y dando gracias en toda ocasión (segunda lectura: I Tes. 5,16-24).

6.- REFLEXIÓN

“Dios se hizo hombre. Su cercanía trae luz donde hay oscuridad e ilumina a cuantos atraviesan las tinieblas del sufrimiento… Al nacer en el pesebre, Dios mismo inicia la única revolución verdadera que da esperanza y dignidad a los desheredados, a los marginados: la revolución del amor, la revolución de la ternura” (Papa Francisco).

  • En estos tiempos difíciles por la difícil situación económica, por los problemas sociales, por la atosigante violencia, etc. busquemos desde nuestra fe maneras sencillas de ser luz de alegría y de paz en nuestro hogar, en nuestro barrio o colonia. Hagamos el esfuerzo de ser unos “iluminados” para que haya rostros que se iluminen de alegría y esperanza, en medio del dolor, de las penas, de las carencias y sufrimientos, sin dejar a un lado el sentido crítico de lo que está pasando. Necesitamos voces proféticas denunciadoras de las injusticias, de la corrupción, de la connivencia con el crimen organizado, etc. Ser “un iluminado” por Jesús, el Señor, es clarificar dónde están las raíces del mal para buscar soluciones de fondo.
  • Como dice el Magnificat Dios viene a dar su lugar a los pobres y humildes en detrimento de los poderosos, ¿Qué actitudes deberé asumir para darles su lugar a los pobres, a los humildes, a los de capacidades diferentes… a los que muchas veces no son tomados en cuenta como personas en la sociedad? Así lo expresaba un hermano tarahumara: “Nosotros, los rarámuri, más que pan necesitamos respeto.”


About the Author



Comments are closed.

Back to Top ↑