FIESTA DE PENTECOSTÉS
FIESTA DE PENTECOSTÉS Jn. 20,19-23 y otros textos Ciclo A
Pbro. Camilo Daniel Pérez
Aclaración: En esta ocasión propongo la reflexión en base a algunos versículos tomados de los textos de la liturgia de hoy que nos proponen algunas acciones que el Espíritu Santo realiza entre nosotros.
1.- Jn. 20,23: “…A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados…”
El ministerio del perdón y la reconciliación
Es muy importante que nos aclaremos desde nuestro corazón cuál es el objetivo, cuál es la intencionalidad más importante por la que viene el Espíritu Santo a nosotros. El Evangelio de hoy nos ilumina grandemente en este sentido. Jesús nos da la fuerza del Espíritu Santo con la finalidad de ser una comunidad que camine bajo el signo del perdón y de la misericordia. El hecho mismo de la resurrección es una manifestación de que el dolor y la muerte son cosas del pasado. Perdonar es resucitar muertos. A esto está llamada la comunidad de discípulos de Jesús. La tarea de la Iglesia, su misión, es la paz, la reconciliación, la comunión. Es dar resurrección con la fuerza del amor de Dios. Para indicar la dureza de no perdonar Jesús recalca que si no se perdona en el corazón tampoco se perdona en el cielo. Se permanece en la muerte. Como discípulos de Jesús y con el aliento del Espíritu no podemos menos de ejercer el perdón. Si queremos ser discípulos de Jesús no es opcional perdonar o no perdonar. Jesús no pone esta disyuntiva. Si habla del “no-perdón” es para resaltar lo grandioso e importante que es el ministerio del perdón y la reconciliación, como dice San Pablo: “Todo proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo por medio de Cristo, confiándonos el ministerio de la reconciliación” (2 Cor. 5,18)
2.- Hch.2, 11: “… Cada quien los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua…”
El maravilloso lenguaje del amor
- ¿Qué fue lo que ahí pasó, cómo pudieron entender? Tal vez no lo podremos saber nunca, pero de lo que sí estamos seguros es que realmente el Espíritu Santo hizo que se hablara ahí el maravilloso lenguaje del amor. Es precisamente el amor el que nos hace entendernos y comprendernos unos a otros, aunque hablemos idiomas distintos, tengamos diferentes costumbres e incluso pensemos de diferente manera. Es el amor el que nos hace aceptarnos. Es el amor de Dios que nos da la capacidad para perdonarnos.
- Cuando falta el amor podemos hablar el mismo idioma y, sin embargo no entendernos. Ahí en Pentecostés se revierte la historia de los malos entendidos, la historia de los desacuerdos, la historia del orgullo y altanería que no nos permite vivir y compartir como hermanos. Esta triste historia del no entendimiento quedó plasmada simbólicamente en aquel relato de Génesis 11 al que llamamos “La Torre de Babel.”
- Nos dice el texto de los Hechos que “se reunió una multitud y estaban asombrados porque cada uno oía a los apóstoles hablando en su propio idioma”, a pesar de que eran gentes venidas de distintas partes. Decían: “Todos los oímos contar, en nuestras lenguas, las maravillas de Dios”. ¿Qué significa todo esto? Que el lenguaje de Dios, concretamente, el lenguaje del amor de Dios no tiene barreras. Todos lo podemos entender, Dios viene para todos, nosotros somos sus hijos e hijas y, por tanto, formamos la gran familia de Dios que ya Jesucristo había comenzado a formar. Es el Espíritu Santo quien nos congrega de todas las naciones, de diferentes culturas, de diferentes clases sociales. Seguramente Lucas está consignando en su escrito de los Hechos lo que ya era una realidad: La expansión del cristianismo en diferentes ambientes y lugares.
3.- 1 Cor. 12,7: “… En cada uno se manifiesta el Espíritu para beneficio de todos (Bien Común)…”
Cada persona es un regalo del Espíritu Santo
Hermanos, nadie sobra en este mundo y cada uno tenemos algo que aportar… Somos cada uno de nosotros un don de Dios, un regalo del Espíritu Santo para el mundo, para nuestra familia, para nuestros amigos, para los demás. Cada uno de nosotros/as aportamos de los nuestro para bien de la comunidad. El Espíritu Santo, pues, nos invita a valorarnos a nosotros mismos, a valorar también lo que Dios nos ha dado y a ponerlo al servicio de la comunidad. De esta manera somos uno en el amor de Dios. Absolutamente hablando tal vez no seamos necesarios para el mundo, pero no dejamos de ser indispensables para los demás. Somos gracia de Dios desde nuestra concepción hasta la muerte natural.
4.- Cfr. Sal.103,30: “Envía, Señor, tu Espíritu” a renovar la tierra. Aleluya.”
El cuidado de la casa común
Pedir al Espíritu Santo venga a nosotros para renovar, para cambiar la faz, el aspecto de la tierra, significa darle cabida en nuestro corazón y esto nos lleva precisamente a una conversión ecológica y social con las siguientes implicaciones:
1º.- El Papa Francisco en su Encíclica “Laudato Si” nos advierte de no caer en las garras del mercado. Debemos “apostar a otro estilo de vida” ya que precisamente el mercado “tiende a crear un mecanismo compulsivo para colocar sus productos, las personas terminan sumergidas en la vorágine de las compras y los gastos innecesarios…”
2º.- Hay que “iniciar caminos nuevos hacia la verdadera libertad”. Hay que dejar que el Espíritu Santo inunde nuestro corazón limpiándolo de toda basura egoísta, acumulativa, de tal manera que sepamos vivir con sobriedad y tengamos la capacidad de gozar con poco. Se puede necesitar poco y vivir mucho a través de encuentros fraternos, del servicio, viviendo siempre en la gratuidad del amor de Dios. Dejemos, pues, que el Espíritu Santo haga su obra de amor en nosotros. Dejemos a un lado “las necesidades que nos atontan, quedando así disponibles para las múltiples posibilidades que ofrece la vida”.
3º.- Renovar la faz de la tierra se comienza renovando nuestro corazón, recuperando la paz interior que nos da la libertad de estar plenamente presentes ante alguien sin estar pensando en lo que viene después, haciendo de cada momento un don divino que debe ser plenamente vivido. Seamos conscientes que somos seres en relación, de tal manera que formamos parte de un todo, que la suerte de nuestro planeta y de todo ser viviente es nuestra propia suerte. Cuidemos nuestra Casa Común.
5.- SUGERENCIAS:
- ¿Me he dejado guiar por el Espíritu del perdón y la reconciliación o me he dejado llevar por los deseos de venganza, por mis resentimientos y temores?
- ¿Qué aportación, de acuerdo a mis capacidades, me siento llamado a dar a favor de la comunidad a la que pertenezco (grupo, familia, barrio, etc.)?
Del 21 al 28 de mayo se ha estado celebrando la seman a «Laudato Si». Se nos invita a ver la película y toda la información al respecto en la página https://laudatosi/week.org/es