Cuauhtémoc

Published on abril 9th, 2023 | by Jorge Reyes

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Resurrección: ¿Nostalgia o presencia?

DOMINGO DE RESURRECCIÓN 2023

RESURRECCIÓN: ¿NOSTALGIA O PRESENCIA?

Pbro. Camilo Daniel Pérez

La Vigilia del Sábado Santo es la “madre de todas las vigilias”, es la celebración más importante del cristiano. La noche del Sábado Santo hemos celebrado la victoria de Cristo sobre la muerte, la cual es nuestra propia victoria. Esta vigilia pertenece ya al Domingo de Resurrección, el cual es el papá de todos los domingos, pues en cada uno de ellos celebramos gozosos el triunfo de Jesús sobre la muerte y la cruz al resucitar al tercer día. De esta manera, Jesús resucitado y vencedor le da un revés al sistema de dominación que lo llevó a la cruz poniéndolo en evidencia. Jesús triunfa sobre cualquier forma de violencia declarando con su resurrección su ilegitimidad.

Es importante aclararnos en lo posible lo que significa la Resurrección de Jesús. La palabra resurrección viene del latín “resurgere” que significa levantarse, volver a ponerse de pie, volver a surgir con la connotación de algo inesperado. En griego la palabra es “anástasis” que quiere decir levantarse, alzarse, presentarse, ponerse de pie. (stand up). Las mismas connotaciones tiene el hebreo “Qum”.

Concretamente la resurrección de Jesucristo no es ni la mera reanimación de su cadáver, como le sucedió a Lázaro, ni la sola memoria que lo podría honrar como un héroe, ni tampoco el seguimiento entusiasta de sus ideas como si fuera un gran filósofo, sino que es más bien un nuevo modo de vivir, una nueva forma de estar presente Cristo entre nosotros. Cristo fue “exaltado” a la diestra de Dios, fue “levantado” a los cielos (Ascensión) y se hace presente teniendo a plenitud el poder de Dios. Son expresiones y conceptos propiamente bíblicos. Esta situación de Cristo escapa a nuestras posibilidades de comprenderla. San Pablo habla de un cuerpo glorificado.

Históricamente hablando podemos constatar lo siguiente: Los discípulos de Jesús ya no esperaban nada nuevo. Todo había concluido en un gran fracaso. Además, ni por asomo había en la tradición judía la expectativa de un mesías crucificado y tenido como la escoria de la sociedad. Jesús era uno más de los cientos de crucificados por el Imperio Romano. Ya nada se puede esperar de él. Los discípulos simplemente tratan de rehacer sus vidas; sin embargo, sucede lo inesperado, lo que no había pasado con ningún crucificado. Se comienza a hablar abiertamente de él, de su obra y de su presencia.

Como decía anteriormente, no podemos comprender ni desentrañar plenamente lo de la resurrección, pero sí la podemos constatar y experimentar. La constatamos por los diversos testimonios de los discípulos y discípulas de Jesús que tuvieron diferentes experiencias de la presencia viva y actuante de Jesús en sus propias vidas. Lo que llama fuertemente la atención es que en la predicación de los Apóstoles consignada en diversos textos bíblicos cuando hablan de la resurrección de Jesús añaden: “De eso nosotros somos testigos”. No nos piden que vayamos a constatar si la tumba de Jesús está vacía o no. Simplemente se ponen como “testigos de la resurrección”. Hagan de cuenta que nos están diciendo: “Miren cómo éramos antes, incrédulos, sin esperanza, miedosos, escondidos… y vean cómo somos y estamos ahora: llenos de fortaleza, con mucha fe, nada quebrantados, con una nueva vida, pues no todo está terminado, más bien todo comienza ahora…” Por todo ello, el cristianismo no es una religión nostálgica que conmemora un pasado. Es una religión que celebra la certeza de una presencia viva y personal, la presencia viva y actuante de Cristo, nuestro Salvador.

Ahora, a nosotros, como a los Apóstoles en su tiempo, nos toca declarar: “Nosotros también somos testigos de la resurrección”, lo que significa en estos tiempos modernos que Jesús está actuando en nosotros. Vean cómo nos dejamos vaciar de nosotros mismos para llenarnos de los demás, que no buscamos tener siempre la razón en todo, sino que nos dejamos conducir con serenidad delante de Dios y de los demás. Vean que ya no nos lamentamos ni lloriqueamos por lo que nos está pasando, sino que ahora nuestras lágrimas son de compasión por los que sufren. Vean que ya no nos agarramos de ilusiones y privilegios, sino que buscamos y deseamos que los más maltratados en estas circunstancias puedan levantarse con esperanza. Vean que ya no somos de corazón duro ni tomamos en cuenta las ofensas, sino que vamos al fondo del amor. Vean que ya dejamos a un lado las apariencias, ahora ofrecemos la frescura y transparencia de nuestra amistad. Vean que ya no andamos sembrando sospechas y discordias, sino que ahora somos artesanos de la paz y la reconciliación en estos tiempos de violencia, de división y de guerras. Vean que ante tantas vidas maltratadas por las injusticias, no nos encerramos en nuestra torre de marfil, sino que salimos en la defensa de la dignidad de las personas. Solamente de esta manera, asumiendo este estilo de vida, será como podemos nosotros(as) ser testigos(as) de la resurrección. Es la mejor manera de mostrar que Jesucristo está vivo y actuando en nuestras vidas. Los apóstoles de Jesús nos transmiten sus vivencias, sus experiencias de acuerdo a su cultura y sus expresiones religiosas de su época. Jesús “se dejó ver” (ofthe) por nosotros, así lo expresan en sus relatos. Nosotros(as) también hablaremos de Jesucristo resucitado de acuerdo a nuestras propias experiencias y vivencias, de acuerdo a nuestro “sentir religioso.» No cabe duda que la victoria de Cristo sobre la muerte es nuestra propia victoria (San Pablo).

Preguntémonos:

  • ¿Cómo ha influenciado la persona y mensaje de Jesucristo mi propia vida?
  • ¿Qué debo cambiar de mi vida para ser un auténtico(a) testigo(a) de la resurrección de Jesucristo?


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